goodnight.

Nunca le entregué esa carta. Quizá me arrepiento, quizá no, pero ya no se puede hacer algo. Escuchando música me quedé dormida. Dormí alrededor de 6 horas.
Al despertarme, traté de descifrar mi sueño. Se había vuelto algo muy común para mí. Siempre despertaba y al instante escribía el sueño que tenía en un pequeño blog que se encontraba en mi mesa de noche. Cada sueño significaba algo, pero lo inusual era que no eran los típicos significados que todos conocen. Yo misma los interpretaba a mi manera y me alertaban de cosas que iban a suceder pronto.
El sueño que había tenido esta vez había sido muy confuso y para nada claro. Me tomó demasiado tiempo tratar de encontrarle un significado. Lamentablemente no pude hallarle uno. Esto me asustó un poco porque fue la primera vez que me pasaba algo así. Traté de olvidarme de aquello. Me levanté de mi cama y apagué la radio. Crucé el pasadizo y me dirigí al cuarto de mi madre. Ella se encontraba despierta y al verme, corrió a abrazarme. Las dos comenzamos a llorar. Le pregunté si podía quedarme en su habitación ya que estaba asustada. Ella asintió y me senté en un largo sillón color morado que se encontraba debajo de la ventana.
Ahí me encontraba, tirada en un sillón, hundida en un mar de pensamientos... de un millón de preguntas pero ni una respuesta. Para eso ya eran las 23hrs. y como, según mi madre, soy nocturna, decidí ir a comer algo finalmente. Cuando terminé, prendí el computador y me encontré con algo muy inesperado en mi bandeja de entrada de correo electrónico.

jueves, 16 de septiembre de 2010 en 6:45 , 0 Comments

listen carefully.

Escribí todos los pensamientos que aparecieron en mi confundida mente. Pude escribir alrededor de 5 páginas en menos de 30 minutos. Después de un tiempo mi madre apareció con el almuerzo. Le agradecí. Se aproximó al umbral de la puerta y volteó a mirarme. Abrió la boca como si quisiera decirme algo pero al instante la cerró y se marchó.
Cerré la puerta y abrí un cajón que se encontraba debajo de mi cama;  casi nadie sabía de su existencia. Quizá sí pero no se les pasaba por la mente que ahí estaban los objetos que más quería y también los más privados. Mi diario; una cajita musical que debajo de la muñeca se encontraban todas las cartas que me habían dado; un oso de peluche que poseía un cierre en la parte de atrás, ahí guardaba todas las cartas que había dado; y por último un piano del tamaño de una cartuchera, donde estaban todas las cartas que escribí pero nunca entregué.
Ese piano y mi diario eran mis objetos más preciados, lo que más me importaba.
Bueno, abrí aquel cajón, saqué el piano y una pequeña radio que me habían regalado por mi cumpleaños. Prendí la radio y puse mi emisora favorita a todo volumen.
En un rincón de mi cuarto, se encontraba un sillón donde podía sentarme tranquilamente a escribir. Ubiqué la radio en el estante de al lado y abrí el “piano-cartuchera”.
Saqué una de las cartas y comencé a llorar. Justo en ese preciso momento escuché en la radio “I don’t love you” de My Chemical Romance.


en 6:41 , 0 Comments

alright.

Cuando menos lo imaginé, me encontré a mí misma hablando con ese "alguien". Era como si hubiera aparecido de la nada y justo en el momento indicado. Muy amablemente decidió acompañarme a mi casa y por ese momento no me sentí sola. Había prácticamente olvidado que era sentirse acompañada.
Al llegar a mi casa, se despidió de mí y dijo "nos vemos". Lo primero que hice fue dudarlo, ya que las personas que más quería, me mentían de esa manera. Ya no creía en nadie, solo en Dios. Él era quién me escuchaba, me comprendía y no me juzgaba.
Entré por la puerta principal, vi a mi madre limpiando la mesa y me preguntó si tenía hambre. No respondí e ingresé a mi cuarto muy silenciosamente. Mi madre muy extrañada de mi misteriosa actitud, tocó la puerta de mi dormitorio y pasó. Se sentó a mi lado, me abrazó y me dijo "todo va a estar bien". Lo dudé por un momento; luego, ese pensamiento desapareció de mi mente y le devolví el abrazo. Se retiró y finalmente yo pude sacar mi diario. Bueno, realmente no era un diario; ahí anotaba mis pensamientos. Busqué una página en blanco, cogí un lápiz que estaba tirado en mi cama y escribí...

viernes, 10 de septiembre de 2010 en 18:25 , 0 Comments

hard.

Día complicado y aún no termina. Difícil asimilar todo lo que me está sucediendo. Problemas en la casa, en el colegio, en los talleres, algo más? Ah, me olvidaba, YO. No soy un problema pero tengo uno que afecta mi comportamiento y mi manera de pensar. Dejando de lado mi enfermedad, me concentré en los estudios. No puedo bajar mis notas... no debo; si lo hago, una parte de mi vida se iría directo al tacho. Eso no debe ocurrir.
Resignada a entender la aritmética, salí de la clase sabiendo muy bien que no era la hora de recreo o de salida. Me dirigí al balcón como usualmente lo hacía cuando no podía expresar como me sentía. Buscaba un sentido a la vida, o bueno, a la mía. 
Cuando menos lo pensé, vi el reloj que marcaba las 3:3Opm. Regresé al salón donde todas me preguntaban donde estuve. No respondí a nadie, no miré a nadie. Simplemente caminé lento hacia los casilleros, cogí mi maleta, un cuaderno de apuntes y volví al balcón.
Mis amigas comenzaron a salir y se pusieron a mi alrededor. Unas decían que me iban a sancionar, otras me preguntaban si me encontraba bien, otras simplemente estaban contemplándome mientras miraba detenidamente el cielo. Recuerdo que vi a una de ellas soltar una lágrima, la única que sabía de mi diagnostico. Sin embargo, a ninguna le respondí, no me moví.
Todas ellas se retiraron y cuando me aseguré que nadie estaba ahí, bajé las escaleras y salí del colegio. 
Al llegar a la esquina de mi escuela, alguien se acercó.

jueves, 9 de septiembre de 2010 en 19:24 , 1 Comment