crisis.

No fui a la reunión pero bueno, no estaba con ánimos. Lo único que espero es que se haya divertido, se lo merece.
Llamé a mi mamá para que me recoja de La Punta, al fin y al cabo no me quedaría sola en una casa desconocida. Ni siquiera tenía ganas de regresa sola a casa, presentía algo malo así que abandoné la opción de regresar por mi cuenta. 

Mamá llegó como a las cuatro de la tarde a recogerme. Durante el camino hablamos un poco sobre qué había hecho y cómo me había ido. Trataba de mantener esa falsa sonrisa en mi rostro. Mamá odia verme triste y por lo menos quiero darle la satisfacción que "todo anda bien".
Al llegar a casa revisé mi correo, hablé un rato con Silvana y leí unas revistas que estaban sobre mi cama. Al parecer, mi madre las había recibido en mi ausencia.
Llevaba dos semanas sin desayunar y durante mi estadía en La Punta sólo había comido un pastelillo de chocolate. Ya me había acostumbrado a esa rutina, pero sabía que debía comer algo más que un bocadillo. Fui a la cocina (realmente tenía hambre), abrí la alacena y vi una caja de cereal, galletas y jugos. Pensé que un tazón de cereal con unas cuantas galletas integrales no me vendrían mal. Me sentía tan feliz en ese momento y no sabía por qué. De pronto, pude sentir el sabor de cereal en mi boca y se me quitó el hambre. Mis nervios se alteraron tanto que comencé a llorar. Ni yo entendía el por qué de esa reacción.

martes, 7 de diciembre de 2010 en 19:47 , 0 Comments