knock on his door.

Es duro pensar como de la tranquilidad de mi hogar, pasé a esta casa a la que la puedo llamar infierno. Como pasé de estar en los brazos de mi mamá o de mi abuela, rodeada de mi familia, a estar sola en una esquina de una habitación, preguntándote por qué las cosas cambiaron tan radicalmente, claro, literalmente.
Necesitaba respirar un poco de aire, así que salí de mi casa. Mamá no estaba. Eso me daba un poco más de tiempo para ausentarme. Al pasar el umbral de la puerta, me pregunté ¿y ahora qué?  Atiné a comprar en la tienda frente a mi casa. Pedí una cajetilla de cigarros. La vendedora me quedó mirando desconcertada y me los entregó. Al fin y al cabo, no eran para mí. No pensaba en fumar en aquel momento, tenía mi mente en otra cosa.
Caminé hacia la avenida y tomé un carro. Al llegar a mi destino, bajé del auto y caminé unas 8 cuadras. Era como una visita sorpresa. Él no pensaba que me iba a aparecer en su casa de repente, pero bueno, necesitaba que alguien me escuche.

miércoles, 10 de noviembre de 2010 en 20:53

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